jueves, 12 de mayo de 2016

El sexo no es amor…

El sexo no es amor, pero es igual de respetable. Yo ahora mismo siento que el poliamor es un movimiento marcadamente hipócrita que en alguna de sus variantes hace mucho más mal que bien a nuestra sociedad: donde dice “amor por muchos” debería decir “sexo libre”. Pero claro, la hipocresía social determina que el sexo libre, o el gusto por una vida sexual variada, no sea lamentablemente un valor respetable por sí mismo. De ahí que haya que meter a calzador el término “amor” por doquier, para que a los promiscuos los dejen en paz y se santifique su way of life sin linchamiento de por medio.
La sociedad de mentalidad progresista y liberal nos  pasamos la vida luchando contra esa estereotipación del amor que lo convierte en un modelo idílico imposible tipo Disney, ése del Príncipe Azul para toda la vida y su “fueron felices y comieron perdices”, que tanto mal ha hecho a millones de personas cuando se dieron de bruces con las breves realidades de sus matrimonios “para siempre”. Con lo que nos ha costado superar los fracasos sentimentales que creíamos “amores de por vida”… ¿y ahora nos tenemos que tragar también la disneyficación de la promiscuidad? ¿De verdad para que la sociedad respete que una persona se acueste, responsablemente y de mutuo consentimiento, con quien le dé la real gana hace falta disfrazarlo de “amor por todos”? ¿¿¿Me tengo que creer que están enamorados todos entre sí para respetarlos???
Digo esto, y no porque me imagine escenas sacadas de algún libro del marqués de Sade, mujeres, hombres, queers, trans, todxs fuera de control, desvistiéndose, comiéndose, fornicando unxs con otrxs, sin ningún tapujo. Por supuesto que no!! Yo no hago ningún reproche moral ni preguntas ignorantes que cuestionan desde el morbo, evidentemente desde el statu quo, desde la hegemonía heterosexual. 
Simplemente creo que es todo mucho más fácil. El exceso de hipocresía convierte a la sociedad en un conjunto de personas desnaturalizadas, falsas, fingidoras y, por tanto, que terminarán engendrando un estallido nocivo de todo aquello que reprimen diariamente por dentro. 
Vivamos como queramos, y acostémonos con quien nos dé la gana y nos apetezca, o establezcamos el tipo de familia que nos parezca más adecuado: homosexuales, heterosexuales o asexuales. Pero ¿por qué confundir el deseo sexual con amor y traernos a casa a más de una persona, para embarrarlas a todas con un elemental “lxs quiero por igual”?
 
 
Fdo: Jessica Castaño

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