martes, 6 de septiembre de 2016

Lega, lega, legaliza queeee???

El argumento moral de la libre disposición del cuerpo por parte de la mujer podría tener sentido en un mundo ideal en el que 8 de cada 10 prostitutas no estuvieran directa o indirectamente bajo el control de mafias nacionales e internacionales. Como no es el caso, dudo mucho que ellas puedan hablar en nombre de esa mayoría de mujeres que han salido engañadas de sus países para ejercer la prostitución, del mismo modo que nada tiene que ver con la prostitución “de lujo”, que se sitúa lejos del alcance de las mafias. Me parecería poco juicioso pensar que porque existan voces minoritarias (y quizá genuinamente libres en el ejercicio) a favor de la legalización se pudiera extrapolar la demanda al conjunto del colectivo
 
En mi opinión los argumentos a favor de la legalización de la prostitución son muy difíciles de sostener con evidencia empírica en la mano. Primero, porque es falso que la demanda de prostitución sea inelástica y no se pueda incidir sobre ella. Segundo, porque la legalización no sólo no aflora el mercado negro de la prostitución sino que lo expande y engorda a las mafias que se nutren de él. Tercero, porque la prostitución se parece más a una forma de esclavitud que a un trabajo remunerado ordinario a tenor de sus secuelas. Y por último, porque las organizaciones de prostitutas que defienden la legalización no se parecen en nada a la inmensa mayoría de damnificadas por la explotación sexual.
 
 Desde mi punto de vista, las políticas más efectivas sobre la prostitución son las que se plantean en los países abolicionistas del norte de Europa: sanción a los proxenetas y usuarios, dando una vía de salida y reinserción a la prostituta, la victima genuina. La prostitución supone en casi todos los casos una cosificación de la mujer y es una actividad que se mueve en la periferia social, entre la marginalidad y la delincuencia. Cualquier política pública que quiera abordar este tema debe tener presente que la principal prioridad es la defensa de la mujer, de ahí que crea que la mejor manera de hacerlo sea penalizando la explotación sexual y no dándole carta de naturaleza.
                                        Jessica Castaño 


 

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